Era una noche sombría y brumosa. A Denise le costaba
mantenerse despierta. Iba por una carretera desconocida y fuera
llovía. Su nivel de ansiedad aumentaba cada vez más ya que el nivel
gasolina comenzaba a ser peligrosamente bajo y no tenía ni idea de dónde
se encontraba la ciudad próxima.
Finalmente, justo en el momento en el que iba a
parar el coche para pasar la noche y dormir, percibió una pequeña
estación de servicio a un lado del camino. Parecía un poco abandonada
pero tenía luz, había vida. Paró en la estación. El empleado de la
misma dio la vuelta al coche y parecía estar muy distraído mirando al
interior mientras ella le pedía que llenara el depósito completamente.
Él seguí con su aire distraído. Denise no se sentía bien a su lado.
Finalmente reaccionó, pero le pidió que abriera el capot, ya que según
él el coche hacia ruidos extraños.
Su ansiedad empieza de nuevo a aumentar porque se da
cuenta que está sola en esa pequeña estación de servicio mugrienta en
medio de la nada y que el empleado encuentra cualquier escusa para no
dejarla ir. Él empleado le pide a Denise que se acerque para ver el
motor ya que quiere mostrarle una cosa. No sabiendo demasiado qué hacer,
Denise se acerca preguntándose para ella porqué no empieza a gritar.
Tan pronto llega delante del coche, él la coge del
brazo y le dice: "¡¡Este coche necesita una reparación!! ¡¡Acompáñeme a
la oficina!!" Tras eso, le pone la mano tapando su boca y la arrastra
con fuerza al interior de la oficina. Ella comienza a morderle la mano
mientras él tira de ella hacia el interior de la estación. Una vez en
el interior, él la suelta y le dice que hay un hombre acostado sobre el
asiento trasero de su coche, que por eso la trajo al interior y que
debe creerla. Pero Denise, aterrorizada y sin creer lo que dice,
escapa corriendo hacia su coche huyendo de él a toda velocidad. Se mete
en el coche, arranca a toda prisa y sale despavorida de la gasolinera.
Al cabo de unos minutos ya más tranquila, recuerda
la recomendación que le había hecho y para darse cuenta que sólo era
una mentira mira por su retrovisor. Pero no le mentía. Allí se
encontraba un hombre con una cazadora con capucha y un hacha en la mano
tumbado sobre el asiento trasero. Con un rápido movimiento de brazo
decapitó a Denise con su hacha.
El cadáver de Denise fue encontrado pocos días
después. No es el único caso que ha sucedido en las carreteras. Pero la
policía nunca ha podido encontrar al asesino en serie.